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ORIGEN

Mi esencia, mi origen, vienen tatuados en mí a partir de mi gestación. Desde pequeña he sido buscadora, recolectora; alma viajera. Persigo sincronías, símbolos y mensajes. Recojo objetos, pedazos orgánicos que, a través de la pintura, los textiles y el barro, he aprendido a integrar en un solo ser que lleva mi voz.

Una parte de mí disfruta la soledad y el silencio. Otra es inquieta, trabajadora, perfeccionista. Busco constantemente la libertad y la espontaneidad. Entre esos extremos, anhelo la armonía.

Soy, igual que tú, todas esas facetas que elegí transitar para seguir descubriéndome. A veces solo soy, otras soy artista, amante de los ciclos de las 13 lunas y de los eclipses que nos sacan de rumbo. Soy abuela de muchos y más de mis niñas. Con frecuencia vivo los días sumergida en la magia de mi taller, acompañada de mis luces y mis sombras; la penumbra y la claridad me ayudan a ser creativa.

No me gusta definirme, porque más tardo en definirme que en volver a transmutar. Me fusiono con textiles, conchas, piedras y texturas. Inicié pintando con colores primarios. Hoy busco la conexión con los tonos de la tierra. Me define el agua, el viento y el fuego, mi cara teñida de lodo y el olor a copal. Ésa soy yo.

Algunos días me duelen mis huesos. Esos días soy más vulnerable y melancólica. Esos días me permiten estar en la nada que es fértil, y sentir.

Como mis piezas también he estado rota. Ordenar el caos de lo fracturado me da paz. Busco conciliar, dar un nuevo sentido de cohesión.

Quiero sanar y ser sanada. Transmutar y hacer alquimia. Amar y ser creativa. Renazco y me remiendo con cada pieza; eso me hace feliz.

En barro recreo úteros por mi abuela, su madre y mi madre, mis hijos, mis nietos y los suyos. Algo hay que suturar, que teñir, que cortar y unir. Mucho que recordar, acomodar; mucho que agradecer, que honrar.

No me gusta definirme… me gusta dejar abierta la posibilidad de reinventarme y elegir los senderos que deseo caminar.